Texto: Rosa Serrano
Cuando llegamos hace más de un año en nuestra primera visita a inventariar las piezas de escultura de La Casa de Dios de Julio Basanta en Épila yo no sabía que quedaría tan hechizada por su fragilidad y su encantadora agresividad.
Que Aragón tiende al aniconismo y a la sobriedad intelectual es algo que uno entiende cuando pasan los años, como el poeta nos advertía con el envejecimiento y la muerte. Tampoco somos en Aragón muy proclives a respetar las imágenes y las obras de arte instaladas como arte público. Sin embargo, la Casa de Dios se ha mantenido a salvo durante décadas.
La Casa de Dios parece estar protegida de ataques vandálicos quizás porque sus piezas no pretenden ser bellas. Está claro que existe un reconocimiento popular de su legado, tal vez, porque se ve a la legua, que su creador no quiso imitar la factura barroca de los cuerpos en escorzo, ni el equilibrio clasicista tan del gusto de la academicismo. Existe una especie de consenso para respetar su obra.
Nada nos invita a vandalizar el esfuerzo de un hombre común, como definía Jean Dubuffet al creador brut. Hay algo que nos lleva a respetar ese esfuerzo de aquel hombre que no frecuentó museos, ni leyó libros de teoría del arte, ni frecuentó las tertulias de intelectuales. Sin embargo, fue todo un creador, un artista volcado en su trabajo y apreciamos el fruto del trabajo constante de un autodidacta. Los tranquilos campos de olivos cercanos a la Casa de Dios parecen garantizar su respetabilidad y el aprecio de todo el vecindario, de visitantes y almas curiosas. Y nos congratulamos de ello.
La Casa de Dios nos queda como documento matérico de un increíble proyecto vital y de creación brut/outsider en la propiedad, en la finca, de Julio Basanta.
Basanta sigue los patrones creativos comunes a los creadores brut: increíble originalidad, terquedad, instinto, obsesión, utilización de materiales populares y reciclaje sin decoro. El acto creativo es una forma de vida para toda persona que forma parte del universo brut/outsider y también su singularidad y la honestidad de sus obras. Digo honestidad porque en este grupo de creadores/as no hay búsqueda de lo comercial, como sí ocurre a diario en otras mentes creativas, ocupadas en la comunicación o el diseño gráfico. No hay anhelo de ser tendencia, su excelencia es su propio esfuerzo y su talento. No conozco a ningún creador o creadora brut que consuma su tiempo en aparentar algo, en posar en sus redes sociales, porque no se esfuerzan por parecer algo: simplemente lo son. Esta honestidad es una ventaja enorme y al mismo tiempo algo insólito, casi descabellado, para el manierista e impostado creativo o creativa contemporáneo predominante
Julio Basanta fue albañil y adquiriría esta finca a las afueras de Épila hace más de cuatro décadas. La Casa fue su particular sanssouci, un lugar para desconectar de la ciudad de Zaragoza y de los azotes del tardofranquismo. Cuya violencia y represión le arrebataron la joven vida de su hermano Vicente en 1977. Décadas más tarde, su hijo Moisés también desaparecería. En ambas pérdidas de forma violenta y con empleo de arma de fuego por parte de la policía.
Algo de estos terribles acontecimientos penetraría en su conciencia artística para sublimarse a través de la escultura y la construcción. Profundamente pacifista y con tendencias místicas, este padre de familia haría de La Casa de Dios su particular misión creativa.
La iconografía de las piezas de Julio Basanta está marcada por personajes cristianos del Génesis y el Nuevo Testamento y personajes crueles y genocidas. El imaginario de Basanta rebosa de criaturas esperpénticas basadas en esos relatos de la historia o de la mitología cristiana: Moisés, Nerón, Judas Iscariote, Juana de Arco, Adolf Hitler etc.. Todos ellos aparecen combinados, formando una especie de ejército apotropaico de figuras monstruosas, terribles y de aspecto primitivo. Son guerreros, green men, diablos, zombis que parecen lamentarse.
Actualmente, el fallecimiento de Julio Basanta ha dejado muy deteriado este patrimonio outsider. Era Basanta el que pintaba, repintaba, modificaba, cuidaba y enriquecía este conjunto de piezas arquitectónicas. Ahora, sin nadie que haya consolidado las grietas que aparecen el cemento de sus esculturas, éstas parecen abocadas a una desintegración paulatina e inevitable.
Tras varios años enamoradas de la joyita brut de Épila, conocimos a Jo Farb Hernández, historiadora del arte y fundadora del Proyecto SPACES, en su conferencia de Harinera en 2019 sobre Espacios Singulares y la obra de Basanta. Ella nos ilustró sobre las fases creativas del conjunto y su necesidad de conservación. En 2021 conocimos a Jorge Labé, el nuevo propietario, que en ese mismo año adquirió LA CASA DE DIOS tras el fallecimiento de Julio Basanta y el abandono de la casa.
Labé conoció nuestra pasión por el art brut y el arte outsider, nuestro activismo desde la historia del arte por valorar y difundir con rigor estas obras tan frágiles y llenas de potencia.
Era necesario que conociera nuestra trayectoria desde la salud mental, la diversidad intelectual y nuestra posición como artistas educadoras y nuestra especialización en art brut desde las filas de la Historia del Arte. Nuestro compromiso con este tipo de creaciones es aún muy desconocido en Aragón, al igual que el trabajo de la Asociación Europea European Outsider Art Association http://www.outsiderartassociation.eu/ a la que estamos unidas desde 2011.
Hace un año comenzamos la paciente labor de inventariado y catalogación de las piezas más destacadas de la esta Casa de Dios de Épila. De momento, es una labor nacida de nuestro activismo y voluntariado, porque creemos que es nuestra forma de apoyar a un nuevo propietario que desea conservar y difundir la obra de Julio Basanta. Nos han acompañado en esta labor de inventariado María Menéndez e Inés Colás, en el marco de su máster de Gestión del Patrimonio de UNIZAR, pero aún queda mucho, mucho por investigar.
Incluso hemos podido ser espectadoras de la maravillosa obra de teatro de auto-ficción escrita por Lucía Grafal y estrenada este mes de diciembre en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza. Un montaje increíble y una excelente dirección de Carlos Martín bajo el impulso de A Choven Compañía. https://teatrodelasesquinas.com/la-casa-de-dios-de-julio-basanta/
Nos encanta que esté de moda el art brut de Épila y por fin haya trascendido a la escena artística y al trabajo de investigación. Más allá de los miles de post replicados en las RRSS necesitamos conocer, divulgar y valorar este patrimonio brut de Épila. Necesitamos ir más allá del espectáculo.
Desde Bolboreta Press seguiremos realizando esta labor de investigación, inventariado y catalogación de La Casa de Dios y otras joyitas del arte outsider en Aragón.
¡Larga vida al arte bruto de nuestro territorio!